Aprender Salud
Especial junto a Narda Lepes: Comer Hace Bien!
Conversamos con la prestigiosa cocinera repasando los conceptos desarrollados durante diez años en este espacio
Un recorrido por los desafíos cotidianos a la hora de comer, el modo en que se comunica la alimentación y el rol protagónico de cada persona.
Por el equipo editorial de Aprender Salud.
Con los “expertos” creamos la máxima Comer Hace Bien, incluso el proyecto Aprender Salud. Surgieron de la experiencia de cursos y talleres donde nos reunimos ante el desafío de unir Sabor y Salud en un mismo plato. Son los pacientes y sus familias quienes, ante las limitaciones, crearon novedosas respuestas que reunimos en esta nota especial.
¿Y qué implica Comer Hace Bien? En primer lugar, que comiendo podemos proteger la salud. Esta original afirmación busca salir de las múltiples prohibiciones -que dominaron el escenario de la salud por décadas- para comenzar a hacer foco en lo que es bueno, en lo que protege. Por otro lado, logar una síntesis que sea útil a toda una familia, ya que había “una prohibición, un alimento a evitar para cada caso” (el azúcar para el diabético, la sal para el hipertenso, el huevo para el colesterol, etc.).
Por suerte los avances científicos demostraron que el consumo de alimentos que llamamos protectores (básicamente los vegetales crudos y cocidos, los pescados de mar y los aceites buenos como canola, soja y oliva, ricos en omega 3) son útiles para la mayoría de los problemas de salud, también para los que quieren cuidar el peso o prevenir. Y están en un sinnúmero de recetas de casi todas las culturas. La cuestión es cómo hacemos para que predominen en nuestra semana, se preparen en poco tiempo, sean ricos, etc.
Comer Hace Bien, entonces, es una propuesta para ganar más con menos, pensar una sola estrategia útil para todo, haciendo valer el esfuerzo. Y, a la vez ,un desafío que implica desarrollar diferentes aprendizajes.
Narda Lepes
Es una de las cocineras argentinas más famosas y prestigiosas de la actualidad. Dueña de un estilo propio, directo, arremetedor y muchas veces “picante”, fue ganando lugar en la escena gastronómica hasta convertirse en una voz de referencia en temas de alimentación. Allí, donde confluyen múltiples voces (la industria, las instituciones, los médicos, etc.), ella construyó su propio discurso.
Es por ello que nos pareció oportuno conversar juntos. Cotejar con ella nuestros principios, saberes y aprendizajes, que resumimos en diez tópicos que estructuran esta nota especial. Al mismo tiempo, inauguramos este ciclo de conversaciones por el décimo aniversario de este proyecto de educación y comunicación que -gracias a la comunidad que participa activamente y nos anima a mejorarnos con sus comentarios- llega de forma trimestral, con cada nueva estación.
Les proponemos, a continuación, un recorrido por estos desafíos -que resumimos en 10 conceptos- y de forma paralela, la entrevista con Narda, quien también aporta sus perspectivas sobre estas temáticas.
Aprender Salud, y los caminos del Comer Hace bien en 10 conceptos. junto con Narda Lepes
1. La alimentación en tiempos de la globalización
• Con los conocimientos y las buenas intenciones, a veces no basta. Consumir comida de calidad en medio del apuro diario no es fácil y es una constante diaria. Habrá que hacer uso de los “aliados invisibles” como la planificación, la organización de las compras, la gestión de freezer o la potencia de los buscadores de Internet. Explorando, desde nuevos ángulos, un punto de encuentro entre los conocimientos, la factibilidad, un mejor hacer.
Podemos agregar que el freezer, la despensa, el microondas, el horno eléctrico y un poco de imaginación son útiles para disfrutar, en poco tiempo, y sin delivery.
2.- Especias: cultura, diversidad y sabor en un mismo plato
• Comer sano no es sinónimo de comer desabrido pero, muchas veces, ante una indicación como la de comer con menos sal, parece que se terminara el mundo del sabor. En estos años, exploramos junto con los pacientes diferentes opciones para dar cuenta de este desafío y seguir comiendo rico. Y allí las especias abren un mundo nuevo, podemos viajar a través del sabor.
3.- ¡Volvamos a las recetas!
• Esta consigna tiene varias acepciones. Por un lado, ante la actual “epidemia del descocine”, la aparición de nuevas mamás y abuelas que no saben cocinar, recuperar esa tradición que vivimos alguna vez. Al mismo tiempo, la receta sintetiza, permite dejar de contar calorías, hidratos y grasas, ya que en la preparación se combinan sabiamente los ingredientes, nos permiten comer rico sin esfuerzo, son “all inclusive”. Y, por último, plantean un desafío: recuperar las recetas que los inmigrantes bajaron de los barcos, las originales, antes de que fueran modificadas por el queso, la crema y el exceso de ingredientes “pesados” propios de la abundancia de este lado del océano.
4.- El deber ser, el marketing de lo light vs. El saber de la comunidad
• Hoy circulan de forma permanente y sin pausa a través de los medios y las redes sociales, infinidad de mensajes que nos hablan de lo que debemos comer (y nos lo venden) así como lo que hay que evitar. Incluso, la publicidad ha “usurpado” el rol de los padres y, con sus mensajes, “educan” diariamente a los más chicos. En esa vorágine, Aprender Salud intenta que se escuche la voz de la comunidad. Es por ello que ya publicamos más de 500 recetas y decenas de contenidos basados en entrevistas, testimonios y propuestas originales de los pacientes.
5.- El sartén por el mango: el poder del hombre común para enfrentar el desafío del cambio de hábitos
• Nosotros descubrimos otro saber, otra expertiz, la de las amas de casa, mujer o varón, que ante el desafío de la enfermedad o las limitaciones (por ejemplo de ser diabético o hipertenso, tener que comer menos grasas animales), desarrollan una creatividad y logran comer rico. El sartén por el mango es generar una competencia donde el hombre común tiene una posibilidad de ganarle al “experto”.
6.- Incorporar vegetales de todos los colores: no sólo de lechuga vive el hombre
• De la experiencia en los cursos y talleres para pacientes y familiares comprobamos que un gran obstáculo para sumar vegetales era asociarlos siempre a la ensalada. Mas aún, sólo a algunos vegetales, la típica la ensalada de hojas verdes, quizás dominado el escenario por la necesidad de ahorrar calorías. Y a lo largo de diez años, la revista intentó sostenerlo y demostrarlo de diferentes maneras: publicando las preparaciones elaboradas por los pacientes e incluso mirando desde el humor a la lechuga, junto a Diego Capusotto, quien la representó como Hamlet, un ser o no ser moderno.
7.- ¡Yo quiero comer rico! Vegetales sustanciosos que sacien, que llenen
• Mientras algunos, en especial los más jóvenes, “abrazan” a la ensalada con tal de mantener la silueta, otros reclaman saciedad, no quieren quedarse con hambre comiendo vegetales. Esto se nota especialmente en invierno, cuando las preparaciones de olla ofrecen una alternativa que deje contenta a toda la familia.
8.-Los desafíos de la comunicación en temas de alimentación
• De la experiencia con la comunidad encontramos que, a la hora de comunicar buscando un mensaje útil para la salud, hay que hacer foco en audiencias, en las personas a las que va dirigido el mensaje (sean adultos, jóvenes, mujeres, hipertensos, etc.). Y evitar los discursos muy generales, que poco o nada dicen de la situación particular -el contexto- de las personas a las que está orientada la comunicación. Sólo de esta forma podremos acercarnos mejor a la máxima que establece que “más vale prevenir que curar”.
9.- Los alimentos procesados: conviviendo con el exceso de grasas, sal y azúcar
• Hoy tenemos al alcance de la mano una gran variedad de alimentos de dudoso valor nutricional y con grandes cargas de sal, azúcar y grasas. Las galletitas, las gaseosas y jugos, los snacks y otros productos se nos ofrecen a cada paso en kioscos, “saltan” de la góndola a nuestro carrito en los supermercados. Por ello hemos recorrido un largo camino de aprendizajes sobre lectura de etiquetas (tanto en notas como en un juego de mesa para compartir en familia), también promoviendo el concepto del ahorro de sal para quienes deben afrontar ese desafío a diario. Y así medir recursos, limitar el “gasto”, como con el dinero, conocer para saber cuanto es mucho, poco, poquito o nada.
10.- La salud, una cuestión de proporciones.
• Finalmente entendemos que en este desafío no hay un alimento “ culpable” u otro “salvador”, lo que se juega es cuánto de uno o de otro hay en un plato, cómo se combinan en una receta, (exceptuando la enfermedad celíaca, que no admite esta lógica). Pero en la gran mayoría de las situaciones donde la alimentación sirve para cuidar la salud, la cuestión es la cantidad relativa de cada alimento en una receta, en el plato que nos servimos, en el total de lo que comemos en la semana.
¿Leíste alguna vez la revista?
-Sí, cuando salió mi tía! (risas).
Para nosotros es importante conversar con vos, ya que las comidas son un eje central en el desafío de Comer Hace Bien...
-¡Si estás relacionado con la salud, no te queda otra que darle importancia a las comidas! Y tenés que ocuparte porque nadie se va a ocupar por vos. La gente está acostumbrada a que le digan qué es lo que tiene que comer y se lo pongan en fácil. Y no es así, no es así.
¿Qué pensás del famoso “yo no tengo tiempo”?
-Es mentira, a menos que tengas dos trabajos y viajes tres horas por día. Pero el que trabaja ocho o nueve horas y viaja unos 40 minutos tiene tiempo de sobra. ¿Estarás mirando mucho el teléfono, la compu, chusmeando por Facebook? ¡Tiempo tenés! Y además no tenés que cocinar todos los días, hacés bastante una vez y después te sobra.
Por eso la pregunta real es ¿cuánto te importa? Cuando te dicen “no sé lo que tengo que hacer”. Si, ya lo sabés: tenés que comer verdura, no preguntarle a tus hijos qué quieren sino darle vegetales, que te vean comerlos... A veces me dicen “¿no tenés una receta para que mi hijo coma más vegetales?”. ¡No existe, es tiempo! Ocupate, son horas de vuelo, no hay una “receta” para eso.
Otro tema que nos parece importante es la compra, donde se ponen en práctica estos conceptos a la hora de salir de casa y proveernos...
-¡Hay que ir a la verdulería! El otro día le preguntaba a la gente cuántas veces salían a hacer las compras. Algunos decían una vez al mes y otros dos veces. Bueno, sumá una pasada a la verdulería cada dos o tres días. Y comprá dos zanahorias, un zuccini. Cuando los comiste, vas y te comprás otras dos cosas diferentes, un alcaucil y un coliflor, o una bandejita de chauchas. Y así, porque si comprás un montón y se te pone feo, después no lo comés.
El delivery es hoy muy usado, nosotros buscamos que no se convierta en un hábito diario, trabajamos el tema como una campaña “antidelivery”. ¿Cómo se puede abordar?
-El problema no es que te lo traigan, el problema es lo que viene adentro del delivery. Por ejemplo, si pedís pizza, que traigan también fainá (que son garbanzos) y además hacete una ensalada. Ponételo como condición para pedir pizza. Si cada porción de pizza la acompañás con otra de fainá y medio plato de ensalada, ¿cuánta pizza vas a comer?
Se te hizo conocida por tus viajes, ¿qué aprendiste que se pueda aplicar a lo cotidiano?
-Vos te preguntás ¿dónde comen más vegetales? En Medio Oriente y -oh casualidad- todas las especias vienen de allá. Ahí se cocinan los vegetales, hay poco vegetal crudo porque hay poca agua pero usan muchas especias. ¡Acá la gente come verdura, la hierve hasta matarla y no le pone nada!(risas).
Condimentamos sólo con dos o tres cosas...
-Acá se usa orégano, sal, casi nada de pimienta, un poco de pimentón y listo. Ah, y comino para las empanadas de carne...
¿Qué stock mínimo de especias recomendás para tener en casa?
-Pimentón; tener alguna mostaza, cualquiera; algún frasco con alcaparras, mermeladas o anchoas; en la heladera alguna conserva, un chutney, ajíes en vinagre, berenjenas, cualquier frasquito. Hierbas secas, porque las frescas están buenas pero la cantidad que te venden es mucha y se terminan marchitando en la heladera y después no las comprás más.
Las hierbas secas vienen solas y otras vienen en mix. Si no estás acostumbrado, yo recomiendo ir a una panadería árabe y pedir una que sea mix de cinco o siete especias, se lo ponés a la carne, a cualquier cosa. Y el limón, no le damos tanta importancia pero está bueno. El coriandro funciona también, las semillas de mostaza...
Otra cosa importante es mezclarlas, porque si uno sólo usa coriandro, la comida tendrá gusto a coriandro. Pero cuando usás estos mix, tiene gusto a gente que sabe combinar las especias. No hace falta saber hacer un curry, lo comprás, le ponés a unas zanahorias cuando las hacés salteadas...
¿Y los picantes? No son muy usados acá en la ciudad, casi que tienen mala fama...
-Los picantes hay que entenderlos y conocerlos, hay distintos picantes. Por ejemplo, los que son como la pimienta te pican en los labios, en toda la boca. Otro tipo son las mostazas picantes y el wasabi que van hacia arriba, la nariz. Y después están los chiles, que están tratados de diferentes maneras. A veces vos tocás uno con las manos y chau, te queda la boca nublada. Pero otros tienen diferente intensidad, combinan bien con lo dulce, el picante y el vinagre -lo ácido- van bien.
Además el picante te llena la panza, suelen usarse en regiones o países donde no abunda la comida. Te saca el calor, no te da calor. Transpirás cinco minutos pero después te sentís más fresco, por eso casi todos los países que comen mucho picante están sobre la línea del Ecuador.
Entonces, si no lo sabemos entender, hay que ir de a poco, está bien copiarse de lo que hacen otros, aprender. En el norte se come la yagua o llagua, una salsa que va con la empanada y tiene tomate rallado con un poquito de cebolla y picante. Empezar por el ají molido picante, si no te animás al chile directo.
¿Qué otras cosas necesitás saber para dar sabor?
-Te sirve saber que lo ácido y lo dulce se equilibran, si algo está muy ácido lo equilibrás con un sabor dulce y viceversa. Y no creer que porque le ponés algo dulce va a quedar agridulce. A veces una cucharada de mermelada equilibra el sabor, no lo hace agridulce, si le ponés cuatro, puede ser... Una ciruela pasa dentro de una carne a la cacerola -una sola- hace que cambie el sabor.
Cuando recreaste las recetas de Doña Petrona, ¿con qué objetivo trabajaste?
-Era retomar la posta de la comida casera, retomar ese eslabón que se perdió. Y usábamos una receta de ella y otra mía por programa. La receta era lo de menos, era lo que representaba Doña Petrona: tu abuela, un ser querido cocinando.
A nosotros siempre nos interesó esto de retomar ese saber que se transmite...
-Es prestar atención. Porque lo que más te va a servir de ir a cocinar con tu abuela o aprender una receta de ella no es seguir instrucciones, es ver cómo limpia una arveja o un alcaucil, ¡la gente agarra un alcaucil y no sabe que hacer!
Hace bien juntarse con la abuela, aprender mirándola...
-Sí, con la abuela, la tía, la mamá... Ver qué es lo que están haciendo, ¡acá nadie sabe hacer un caldo! Por ejemplo, aprender que si yo cocino una carne desde agua fría le voy a sacar todas sus propiedades y van a pasar al agua, me va a quedar un buen caldo. Pero si la coloco desde agua hirviendo, se va a contraer y no va a sacar todos sus jugos, como un vitel toné, que no es una sopa.
Está bueno porque esto ayuda a desinhibirse en la cocina, a recuperar la creatividad...
-Además estás vos solo en la cocina, no hay nadie, ¡habrás comido tantas porquerías! Despreocupate, te saldrá más o menos pero si no lo hacés... Al extremo de que, si te animás, no necesitás ninguna receta.
Se nos ocurre que hablar desde “lo saludable” está gastado, es un lugar común, que sabe a soso ¿Vos que pensás?
-Yo trato de no hablar de lo “saludable”, lo “sano”. La gente asocia lo saludable con: “no va a ser rico, va a ser un embole, lo voy a hacer dos o tres veces y nunca más porque no se puede” (risas). Después está el que te dice: “para comer sano tenés que comer cero pan, cero queso, cero mermelada...” ¿Cuánto aguantás comiendo así?
¿Qué alternativa encontrás ante esto?
-Hablar desde el sentido común. La gente está muy confundida, ahora hay un estudio para todo, hay mucha información que circula, mucha publicidad... Yo uso el sentido común.
A mí me preocupa el tema porque me interesa mucho la cocina pero más la comida. Y noto que nuestro sistema de alimentación no funciona bien hace rato. Al principio me enojaba con Monsanto y la semilla pero vi que esa batalla no tenía sentido, quedaba como una loca gritándole a la nada, porque la batalla de demonizar no la ganás.
Lo que sí podés combatir es en cambiar usos y costumbres. Porque la gente a mí me cree, no a ellos, yo digo lo que pienso y no le miento a la gente. A veces me equivoco, aprendo otra cosa y lo digo, siempre desde lo que yo sienta que es lógico, que esté de acuerdo.
En un primer momento se nos ocurrió titular esta nota “el sartén por el mango”, donde el ganador de este desafío es uno, que asume el protagonismo, agarra el sartén. Y abajo quedan el doctor, el chef... ¿Qué te sugiere esta frase?
-No te dejes apabullar... Creo que la pregunta es hacia uno mismo: que te mires al espejo: si ya sabés lo que tenés que comer, ¿cuánto te importa comer mejor, sentirte mejor? Ya sabés que tenés que mover un poco el cuerpo, ya sabés que tenés que comer vegetales de colores, ¡ya lo sabés! (risas).
Del otro lado, la comida gourmet es como un traje de gala, uno no se viste así todos los días, sólo en ocasiones especiales...
-Los platos “que tienen nombre” son para comer de vez en cuando. ¿Cuánto tiempo te lleva preparar un plato como los que ves en la tele?
Nosotros encontramos en la gente más de sesenta, que cocinan, a quienes tienen ese término medio.
-¡Es que ya entienden! Saben que si se comen un chorizo, asado y un flan se sienten pésimo.
Y además vienen del Mediterráneo, son sirio libaneses...
-¡Medio Oriente entiende todo! Allá tienen poca carne y les juega a favor, acá creemos que todo tiene que tener carne. Es de vuelta el sentido común, no te podés comer un salame en diez minutos (risas).
Ni un salame en diez minutos ni una ensalada solo de lechuga...
-¡Ni sufrir comiendo lechuga, el mundo es mucho más grande que eso! (risas).
Muchas veces se confunde verdura con ensalada...
-Exacto, verdura al costado del plato y todo lo demás es carne y papa o harinas... Hay que pensar la carne y el hidrato como la guarnición. Por ejemplo, hoy comemos espárragos y arvejas -con- (enfatiza) una pechuga y pan.
Dar vuelta la ecuación. ¿Cómo llegaste a esta conclusión ?
-Es un intento de hacer que se entienda esto, comamos la cantidad de verduras como si fuera la carne y la carne como la verdura.
Y si sólo se piensa a la verdura como una ensalada, eso no llena, terminás atacando la heladera...
-También se piensa que la verdura es un embole: no salimos de la ensalada de lechuga, las rodajas de zapallo al horno sin nada, todo acompañado con una pechuga insulsa. Es el otro extremo del comer hasta reventar. ¡Si podés comer de todo y rico!
Nosotros siempre incluimos recetas con papa, arroz, porotos, junto con los vegetales de colores ya que el concepto de saciedad un poco se perdió en el camino con el show de lo diet, las calorías, lo dejaron afuera...
-Una ensalada de papa hervida no engorda casi nada pero “te calma la fiera”. Algo parecido pasa con el yogur descremado. Si querés una alternativa a las tres medialunas, no lo vas a lograr con un yogur descremado, ¡no hay forma que eso te calme el hambre! (risas). Comete un yogur entero con una banana, que te de proteínas y también sensación de saciedad, que te llene.
¿Hay algunos tips que pueden ayudar?
-No comas frito los que ya se come fácil, por ejemplo la papa, las milanesas, hacelas de otro modo. Y freí lo que te cuesta comer, el pescado, buñuelos de acelga, milanesas de coliflor, de berenjena.
Que si va a comer frito que en casa, no en un restaurant, no de delivery...
-Yo digo que sea en casa pero además que no frían ni carne ni papa. O por ejemplo, si usan manteca, que no se la pongan al pan ¡si el pan te lo comés igual de cualquier forma! Usala con las zanahorias, con los repollitos de bruselas. Si vas a comer con más sal, grasa o azúcar, que esté hecho por personas, por seres humanos y sea de buena calidad: casero y bueno.
¿Cómo ves el panorama actual de la comunicación sobre estos temas?
-Creo que es muy confuso, se le dicen demasiadas cosas a la gente. Y hay egos, grupos distintos que lo único que hacen es confundir. La OPS (Organización Panamericana de la Salud), por ejemplo, estoy de acuerdo con muchas cosas que dicen pero no me gusta la forma tan general de cómo lo hacen. Es correcto decir que desconfíes de cualquier “colorido paquete” pero no podés decirlo a todo el mundo, hay gente que solo tiene acceso a eso. Un chizito y un queso, por ejemplo, no pueden estar en la misma bolsa: un chizito no lo comas pero el queso no hay que sacarlo de tu dieta sólo por su envase colorido. Sino seguramente lo vas a reemplazar por algo peor. Uno reemplaza por cosas que no llevan trabajo, no se carga más. Hoy una madre cree que cocinó casero si les sirve a sus hijos unos fideos con salsa lista.
Para mí lo más importante es saber a quién uno le está hablando. Si a través de salud pública vos le vas a hablar a la población general, vos no podés decir en la primera frase cualquier cosa, como “toda la comida procesada es mala”. Yo en la tele no puedo decir determinadas cosas que quizás sí podría poner en un libro, porque son dos contextos distintos.
¿A quién le creés? ¿quiénes están en descrédito?
-Ehh (lo piensa), desconfío de las grandes instituciones que bajan línea directa sobre lo que comemos, el FDA, por ejemplo. Hay estudios que se mandan a hacer para sacar determinados productos al mercado, luego los medios lo reproducen y lo instalan como una verdad, por eso es tan complicado.
Actualmente la oferta que tenemos para comer ha cambiado mucho y se hizo más complejo el tema...
También pusieron a la mano, sin que tengas que hacer nada, un montón de comidas de las que no tenés que comer mucho. Andá al cine y vas a estar dos horas sentado comiendo azúcar, grasas y sal, los ingredientes principales de todo lo que venden ahí.
Yo trabajé para los que hacen los gustos: es un asco. Puede ser que sea legal, sí, pero no quiere decir que esté bien. Además, ¿es legal hasta cuándo? La grasa hidrogenada era bárbara hasta hace algunos años (N de la R.: las llamadas grasas trans) y ya no. Acá tienen dos años para sacarlas, el problema es que la sacan las grandes empresas y no las más chicas.
Y algo que acá hemos contado, es que muchas empresas la han reemplazado nuevamente con grasa bovina. Son “cero trans” pero están llenas de grasa igual.
-Son cero trans pero llenas de grasa saturadas.
A nosotros nos sucedió de contar en diferentes notas y videos la gran cantidad de azúcar que tienen las gaseosas comparando con sobrecitos, pero es tanta que resulta inverosímil, uno lo mira y directamente no lo cree, no reflexiona sobre su consumo.
-Porque no es azúcar, vos no podés disolver esa cantidad de azúcar en el vaso de gaseosa. La gente piensa que ese azúcar viene de la caña de azúcar y no es así, viene del jarabe de alta fructosa que se obtiene del maíz. Y no es el mismo nivel de dulce, si vos le ponés 15 sobres de azúcar a un vaso grande no lo podés tomar. Pero ese nivel de concentración, que no tiene que ver con el sabor sino con los efectos que produce en el cuerpo, es el mismo.
En este panorama que describís muchas veces se recurre a demonizar a algunos alimentos...
-Lo veo con el discurso de la OPS, que se pasa, lo que conduce a la confusión. Si “todo lo procesado es malo”, ¿no puedo comer un yogur? Sí, como no, no pasa nada! Pero después otro aparece y dice “pero que diga descremado para los chicos”, ¡No, si vas a comer un yogur, comé uno entero, no le des edulcorantes a los chicos!
¿Qué otras frases “irresponsables” se repiten mucho?
-Otra es “el pan, siempre integral”. La fibra a los chicos menores de diez meses les cae mal, ¡que coma pan blanco!
Sobre ese tema poco se dice que el exceso de fibra cae mal...
-Es que aparece un informe en los medios que dice “la fibra es buena”, claro que es buena, si estabas colando tu jugo de naranja, mejor tomátelo como viene que hace bien.
Al huevo lo han demonizado y en lugar de verlo como una fuente de proteínas se lo restringe por miedo al colesterol...
-¡El huevo es espectacular! Yo llego a mi casa con hambre, abro la heladera, tiro un huevo en la sartén con casi nada de aceite y me lo como con una galleta de arroz, riquísimo. En mi casa no puede faltar, tampoco el arroz.
Se demonizó mucho a diferentes alimentos, por ejemplo la manteca. Para mí hay que hablar bien de las grasas muy ricas, que no son muchas! ¿Cuánta grasa del jamón crudo podés comer? Si además sale re caro! Yo lo resumiría en: tratá de no dejar afuera nada, comé mucha fruta y mucha verdura y después, lo que quieras. ¡Pero mucha! ¡Si solo comés pizza y asado, no vale!
La revista sale ahora a fin de año, diciembre, época de calor...
-Diciembre es un mes fácil para comer, no hay que hacer nada, todo está rico. Los tomates están ricos, hay sandía, melón, ¡casi que ni tenés que cocinar!
Y con las fiestas siempre decimos que “no hace mal lo que comas entre navidad y año nuevo sino lo que comés entre año nuevo y navidad”...
-Exactamente, ¡esa frase se las voy a robar! (risas).
-
Entrevista publicada originalmente en la revista impresa Aprender Salud - edición diciembre 2016.