dolor espalda
Aprender Salud

​​​​​​​Dolor de espalda crónico, un enfoque integral

“No existe un remedio mágico que lo cure” señala en esta entrevista el Dr. Eduardo Stonsky, Jefe del Área de Evaluación del dolor. Mitos del tema.

El dolor de espalda es muy frecuente a cualquier edad y por diferentes razones. “Algunos pacientes llegan por la guardia, ya que levantaron una maceta y les generó un dolor lumbar que no se les va o siempre lo tuvieron pero comenzó a incrementarse”, comienza el Dr.  Eduardo Stonsky.

 

¿Qué otras situaciones suelen presentarse en la consulta? Está quien empezó a caminar porque tenía que bajar el colesterol pero lo hizo sin el calzado adecuado, sin calentar y nos dice: “Me empezó el dolor de columna y no pude hacer lo que me pidió el médico”. En las embarazadas, el dolor lumbar en el tercer trimestre es un motivo muy frecuente de consulta.

En adultos jóvenes, por lo general, es por exceso en el deporte. Por último, están quienes ya probaron todos los tratamientos, siempre fueron analgésicos-dependientes y llegan diciendo: “Algo tengo que hacer con esto porque no doy más.”

 

¿Cómo podemos definir al dolor de espalda?
Una manera novedosa de entenderlo es considerar al dolor como un exceso de carga que supera la capacidad de adaptación de la columna. Por ejemplo, quien está acostumbrado a levantar dos kilos de peso y un día levanta diez, lo mismo si le toca atravesar una situación de estrés. La carga a la cual se expone la columna puede, entonces, ser física o psíquica, esto vale para el deporte, el trabajo, todos los ámbitos.

La carga física es el peso, el que uno tiene o el que puede levantar. La psíquica también tiene una implicancia enorme por cuanto más estresado se está, más carga psicofísica hay sobre la columna, sobre los circuitos en general. Quien no se adapta siente dolor, se deprime, incluso se puede infartar.

 

¿Qué es la capacidad de adaptación? ¿Todos tenemos la misma?
-Es importante. Por ejemplo, ¿por qué no se lesionan los deportistas jóvenes? Porque tienen una enorme capacidad de adaptación a la carga. ¿Y por qué sí se lesionan los mayores? Porque la suya es muy pequeña, no es la misma para todos.

 

Se puede tomar el ejemplo de una goma, si uno la “trabaja” va a ser más flexible y se va a adaptar mejor, tanto en fuerza como resistencia. Si esa estructura uno no la alimenta bien, no la entrena y la carga de toxinas (comida chatarra, exceso de fármacos, cigarrillo, alcohol, sedentarismo y malas posturas), pierde adaptación y se llega al dolor. 

 

No se necesita romper una vértebra o un ligamento para tener dolor, simplemente por sobrecarga muscular, articular o ligamentar.

 

Cuando uno piensa causas del dolor las relaciona con la postura, no tanto con el ejercicio y menos con la buena alimentación, ¿cómo influyen? 
-Con todos los pacientes que vienen, además de trabajar con el esquema de cargas que recibe según su rutina cotidiana, la terapéutica se basa en mejorar la dieta, facilitar que los músculos, las articulaciones y tendones se depuren de las toxinas, que se oxigenen y con una dieta rica en minerales, proteínas y aminoácidos para mejorar las estructuras osteomioarticulares.

¿Los pacientes preguntan por qué no les recetan un medicamento?
-Muchas veces, pero lo que uno trata siempre de transmitir es que el paciente comprenda lo que le está pasando. No existe un remedio mágico que uno tome y se le vaya el dolor de espalda. Va a mejorar muchísimo más si hace ejercicio, si cumple con la dieta, se drena y sigue un orden en los fármacos.

¿Por qué no son necesarios los antinflamatorios?
-Los usamos poco y nada, estamos en una tasa de un 2% en uso crónico, únicamente ante dolores agudos y nunca por más de cinco días. Y esto es porque, primero, los fármacos los conocen todos; segundo, parecen haberles hecho poco efecto. Entonces, si te hicieron poco efecto ¿no pensás que faltaba algo en ese tratamiento?

¿Por qué es importante aquí el ejercicio?
-Para volver a oxigenar el tejido es necesario que circule sangre, por eso la importancia del ejercicio aeróbico. Se puede a cualquier edad, la cuestión es cómo adaptarlo según las posibilidades de cada edad. Uno siempre explora, el adulto mayor -algo que aprendí de la gente- suele aceptar más rápido el ejercicio si ya lo practicó alguna vez. Uno intenta que recuerden ese entrenamiento y suele ser una estrategia exitosa. En el otro extremo están los abuelitos Winnie Pooh que caminan como ese osito y sólo van del sillón a la heladera. Allí está el desafío más difícil.

 

Tres mitos sobre el dolor de espalda

 

1.-¿No todo lo que duele es artrosis?

No hay dudas de que mucha gente la padece pero esto no implica que sea siempre la causante de dolor. Según estudios científicos, el 70% de las personas mayores de 64 años tienen algún tipo de artrosis pero son asintomáticos. 

En los adultos mayores, por ejemplo, la patología siempre va a ser sumada, los dolores de espalda van desde la columna hasta la rodilla y pueden mejorar, por ejemplo con un calzado que compense la diferencia entre una pierna y otra. Un pequeño porcentaje de ese dolor se lo lleva la artrosis, esa es la experiencia que vemos en el consultorio.

También suele pensarse que la causa del dolor es una hernia que aprieta un nervio. Pero en las mayoría de los casos esta no es la causa, son los músculos y tendones los que están afectados.

 

2.- ¿Ser viejo significa tener dolor y acostumbrarse a ello?

El dolor es un círculo vicioso, el famoso “porque me duele, me quedo quieto”. Entonces, cuanto menos me muevo, cada vez estoy más limitado por el dolor. En cambio, si yo mejoro esta capacidad de carga que mencionaba antes y agrando mi capacidad de adaptación, me enojo menos con mi suegra, con mi jefe o con mis hijos, cambio la silla del trabajo o el mouse, voy a caminar y me alimento mejor, puedo tener una analgesia -una protección del dolor- que no es farmacológica y puede lograrse a cualquier edad.

 

3.- El cuerpo ¿se acostumbra a los antiinflamatorios y estos dejan de hacer efecto?

Si uno pensara que la gente se adapta, estos no se venderían tanto. Lo que puede confundir es que estos tienen lugar solamente en las patologías agudas, cuando uno se golpea y se inflama con un componente de prostaglandinas. Pero los dolores crónicos tienen poco de este componente y mucho de la llamada inflamación neurógena, sin oxígeno, a la cual no responden los antiinflamatorios. Entonces, el efecto del fármaco ante este dolor crónico es casi nulo. Nosotros siempre remarcamos “no tome diclofenac por esto, usted ya lo tomó mucho. Piense que, tal vez, tiene otra cosa”. 

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Nota publicada en la revista Aprender Salud