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Aprender Salud

La microbiota: Una galaxia dentro nuestro

Este complejo ecosistema de bacterias, hongos y virus habita mayormente en nuestro intestino e impacta en muchos aspectos de nuestra salud.

Este complejo ecosistema de bacterias, hongos y virus habita mayormente en nuestro intestino e impacta en muchos aspectos de nuestra salud. ¿Qué sabemos de lo que sucede allí? ¿Qué efecto tienen yogures y preparaciones naturales hoy promocionadas?

 

Parecería que el impacto de lo que tenemos en el intestino es mucho más grande de lo que sospechábamos. Un ecosistema de casi un kilo de peso, un universo desconocido, una comunidad muy diversa, compleja y difícil de estudiar, que está provocando una revolución en el conocimiento de enfermedades digestivas pero también en alergias, diabetes, aterosclerosis, alzheimer, parkinson, autismo... Casi no hay campo de la medicina que le escape.”

Esto es la microbiota, lo que hasta hace unos años se conocía como microflora intestinal, compuesta por millones bacterias, hongos y virus. Habita básicamente en nuestro intestino pero también en la piel y en otras superficies. Y quien nos introduce en el tema es el Dr. Juan De Paula, Jefe de Servicio Honorario de Gastroenterología del Hospital, a quien entrevistamos para esta nota especial.

Los invitamos a mirar dentro nuestro e ingresar en este mundo desconocido, que está relacionado con las grandes cuestiones de la salud a nivel poblacional y también con las preguntas cotidianas sobre el efecto de las comidas, el consumo de alimentos protectores, los probióticos y otras preparaciones.

 

Nuestro sistema digestivo, un área vigilada. Para entender mejor de qué se trata este ecosistema llamado microbiota, es importante conocer qué sucede dentro de nuestro intestino todos los días. ¿Cómo funciona?

·   “Nosotros, en la mucosa del aparato digestivo, tenemos una inflamación fisiológica, un estado de alerta permanente. Es un área vigilada, no es como estar en el medio del campo: estás en el aeropuerto, lleno de cámaras, escáners, controles de seguridad. Y esta mucosa todo el tiempo está reconociendo qué hay adentro. Y cuando entra alguien por la ventana se arma un lío tremendo que provoca una gastroenteritis para sacar todo de encima, evacuarlo... Esa es la respuesta más sencilla, pero normalmente ese estado de vigilancia puede ser mayor o menor y se derrama hacia el resto del organismo”, explica.



Un antes y un después: La ciencia y la microbiota

“Clásicamente, la microflora intestinal era estudiada pero no se podía ir más allá de cultivar algunos gérmenes que había en el aparato digestivo. Y, de hecho, la gran mayoría no se podían cultivar”, explica el Dr. De Paula. Un recorrido por estos nuevos descubrimientos.

 

·    El comienzo del nuevo paradigma. “Es a partir de los estudios del ADN y del ARN de las bacterias (completo o parcial) que uno puede detectar, cuantificar, clasificar desde lo genético. Al mismo tiempo se desarrolló mucho el estudio de la parte metabólica del microbioma, como también se lo llama.”

·    El impacto en la medicina. “¡Pasa a revolucionar todo! Por ejemplo, se enfrenta esto con el impacto de los remedios que tomamos: yo tomo un medicamento y según mi microbiota va a tener tal o cual efecto. O hablemos de la metformina, la droga más usada para bajar la glucemia, sus efectos positivos y adversos dependen en gran parte de la microbiota del paciente.”

"El aparato digestivo está lleno de receptores para saber qué bacterias tenemos adentro. Y, de acuerdo a eso, ordenar la respuesta de la mucosa: si se tiene que defender o si está todo bien."

 

·   Ejemplos sorprendentes. “Si le das antibióticos en dosis bajas a una rata recién nacida (cuando la microbiota es virgen aún), de grande va a tener resistencia a la insulina y se va a comportar como un síndrome metabólico. Se descubre qué consecuencias tiene un cambio en ese ecosistema en una edad muy temprana, que es cuando se configura qué microbiota vas a tener. ¡Se avanzó sobre el comportamiento! Es difícil de creer pero los experimentos están.”

·   La genética, el ambiente y las enfermedades. Cuando este tema se une con la epidemiología, el estudio del comportamiento de las poblaciones, aparecen descubrimientos sorprendentes. “Por ejemplo, en Estados Unidos y Europa hay mucha cantidad de enfermedades inflamatorias intestinales, en uno cada cien habitantes, aproximadamente. 

En India es bajísimo, uno cada diez mil. Pero si un hindú va a vivir en Canadá, la segunda generación tiene una enfermedad inflamatoria más temprana, más prevalente y más grave. Entonces, la genética del hindú era mala pero viviendo en la India, comiendo en la India, posiblemente con una microbiota dependiente de esto, andaba bien, puesto en otro ambiente se comporta distinto.”


Microbiota y consumo: Probióticos y prebióticos

Son uno de los aspectos más conocidos del tema y se los promociona como alimentos que mejoran nuestra digestión, nuestras defensas y balancean nuestro PH. ¿Qué alimentos los contienen? ¿Qué se sabe de sus efectos?

“A la microbiota se la puede intervenir con un probiótico (una bacteria), con un prebiótico (algo que alimenta a las bacterias) con un posbiótico (los menos conocidos). Hay probióticos de la industria alimentaria, como algunos yogures; caseros, como el kefir”, explica. “Y también, en algunos casos, se usan probióticos desde hace décadas, comprimidos para cambiar la flora intestinal como el floratil”, completa.

Muchos vegetales son ricos en prebióticos: espárragos, repollo, berenjenas, ajo, cebolla, alcauciles, puerro, bananas...

 

¿Qué sucede con el kefir, con el yogur? Son muy promocionados como alimentos ricos en probióticos y mucha gente los consume a diario: “Con lo poco que sabemos y con la poca fuerza que tienen todas las recomendaciones, parecen ser saludables. Es un tema complicado cuando lo querés llevar al consejo, se resiste a la generalización.”

 

¿Por qué cuesta generalizar? Los probióticos actúan distinto, no son todos iguales. A un paciente le puede funcionar bien alguno, a otro no. No son para todas las indicaciones: “Sabemos poco. Probablemente no le hagan mal, que ya es bastante. Yo creo que si uno tiene ganas lo puede probar, que esté atento a como le sienta el kefir, el yogur u otros alimentos”, detalla.

 

Los riesgos de la onda natural. “Este tema suele ser importante para quien se ocupa de su salud, que es un subgrupo especial que vive buscando como estar más sano, en general no confían mucho en la ciencia y hasta descreen de algunas cuestiones. Y ese tipo de paciente ya sabés que no te va a tomar la medicación convencional. Pero si es un yogur, lo toman perfectamente.”

 

Todo lo de origen natural está bien es una máxima difícil para nosotros porque todos estos remedios naturales son sustancias activas, tienen reportes de efectos adversos y muchas veces se desconoce su origen”, completa.

 

"Me parece que el mensaje es que, en general, se supone que los probióticos tienen un efecto benéfico y que son seguros. Probablemente no hagan mal, que ya es bastante."

 

La industria y los límites del marketing. “Para la ciencia, demostrar efectos en gente sana es muy difícil, ya que implica un número muy grande de personas y por un largo período de tiempo si se quiere demostrar una causalidad. Eso es una barrera. Por eso la industria disminuyó mucho la investigación, porque es complicado poder realizar una afirmación comercial del tipo 'esto mejora la calidad de vida'.”

 

¿Qué sucede con los antibióticos? “En general, producen desorden en este sistema. Y la toma de antibióticos en chicos tiene mucha más prevalencia de enfermedades inflamatorias del intestino delgado después. Pasa también con las alergias. Por eso se insiste en ser responsables con la toma de estos medicamentos y no dar antibióticos porque tienen mocos. Otro tema aún en discusión es la toma de probióticos después de antibióticos para reordenar la microbiota”, explica.

 


¿Qué hace bien? ¿Qué hace mal?: El desafío de no generalizar

 

 

“Hay una película de Woodie Allen, El dormilón, que yo la cito siempre porque el protagonista se despierta en el futuro y todos comen cremas, mayonesas, porque se descubrió que no hace mal... Y, de alguna manera, ya pasó porque la margarina era fantástica y ahora es tóxica”, señala el Dr. De Paula sobre esta tendencia tan humana que tenemos de generalizar, de querer saber si algo es bueno o malo. En este apartado final, algunas conclusiones sobre el tema.

 

Entender lo poco que sabemos. “Ya que le da importancia a lo observacional, un aspecto que la medicina y la biología muchas veces habían relegado por priorizar lo experimental. En este momento, un trabajo de disecado típico de la ciencia positiva te sirve para entender el uno por mil. Entonces te das cuenta, con un poco de humildad, que esto viene por otro lado, incluso lo que se pensaba que hacía bien, hace mal...”

Todo se relativiza y se vuelve más complejo. “Lo observacional tiene la dificultad de que no es experimental, por lo tanto es difícil saber si son asociaciones reales o no. ¿Hace bien el yogur? ¿Como saberlo si los que comen más yogur, corren más y se ocupan más de la salud de los que comen bife de chorizo, por ejemplo? Todo se relativizó.”

“Y de estos ejemplos surge que, lo más probable, es que el conjunto de los alimentos que se consumen generen cambios en la microbiota y den mayor o menor propensión a enfermedades como el cáncer de colon, las autoinmunes, las inflamatorias, que son todas las que están aumentando su prevalencia en occidente”, concluye.

 

¿Hace bien el yogur? ¿Cómo saberlo si los que comen más yogur corren más y se ocupan más de la salud de los que comen bife de chorizo, por ejemplo?

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Nota publicada originalmente en Aprender Salud, marzo 2020

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