Perspectivas
Rafael Kohanoff: El nuevo rol de los jubilados
Entrevistamos a un personaje único. A través de su trabajo, ayudó a resolver problemas cotidianos de los adultos mayores.
Con 92 años, dirige un área del INTI orientada a resolver problemas cotidianos de los adultos mayores y plantea un cambio de paradigma sobre la vejez: recuperar la función social de los jubilados y abandonar la idea de “entretenerlos” o solo “asistirlos”.
Por el equipo editorial de Aprender Salud. Nota publicada en la revista impresa, marzo de 2018. Actualizada en octubre de 2020 con motivo de su fallecimiento.
El Ingeniero Rafael Kohanoff trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), viaja por todo el país y siempre está imaginando cómo solucionar de un modo innovador los problemas que no puede resolver el mercado o el Estado. Se considera un facilitador, contagia vitalidad y hasta se da el lujo ser entrevistado de pie, yendo y viniendo por su oficina plagada de papeles importantes, que no tiene tiempo ni cree imprescindible ordenar.
Llegamos a él a través de la Lic. María Elena Moresco -Marilén- quien lo conoció en un Congreso de Geriatría y no dudó en postularlo para que su mensaje llegue a la comunidad. Compartimos una entrevista imperdible e inspiradora a un joven de 92 años.
¿Cómo se origina este Centro de Tecnologías para la Salud dentro del INTI?
Nosotros creamos este centro en un ámbito que teóricamente no tenía nada que ver, ya que el INTI se dedica a la tecnología industrial (de la leche, de la carne, de la madera, etc). Con la idea de que, si le va bien a la industria, le va bien a todo el mundo. Yo -después de haber estado en muchos lugares- caigo acá de vuelta (fui subdirector en el año 74) y digo: “no es tan cierto que si le va bien a la industria, le va bien a todo el mundo”. Hay sectores que quedan fuera de esta premisa.
¿Cuáles?
Por ejemplo los adultos y las personas con discapacidad. Entonces acordamos -con el presidente del INTI de ese entonces- crear un centro de tecnologías para los adultos mayores. Los convencí de que esta era una deuda de un organismo público para con una parte de su sociedad. Al poco tiempo nos dimos cuenta que adultos mayores y personas con discapacidad estaban vinculados. Y, ambos, unidos por el tema de la salud. Hoy se llama Centro de Tecnologías para la Salud y la Discapacidad. Y se ocupa de todo.
Contanos como trabajan con los adultos mayores...
Empecé yendo a un hogar de ancianos a preguntar ¿cómo te puedo ayudar? Ahí, uno de los viejos me dice: “¿podrá hacer algo para el bastón?” Me dejó dudando porque hay bastones de todo tipo, no se me ocurre... Y me aclaró: “pregunto si puede hacer algo para que el bastón no se caiga”. Me dejó pensando, hace cinco mil años que existe el bastón en la humanidad y en todo este tiempo ¿nadie hizo nada para evitar que se caiga?
Llegué con el problema, el equipo buscó en el mundo si existía alguna solución pero no encontramos nada. Y uno de los muchachos apareció con un pedazo de goma con un agujero en el medio y elaboramos este sencillo accesorio que lo resuelve (ver fotos). Una vez definido, llamo a las PYMES para proponerles que fabriquen esto para los viejitos. Pero me dijeron que no es negocio, porque no tiene un alto valor de venta. Así que, mientras resolvíamos esta dificultad, continuamos ideando nuevos dispositivos.
Tan importante como la innovación es el comportamiento de todas las partes. Esto en general no se tiene en cuenta y para mí es crucial, ¿Para quién voy a hacer las cosas? ¿Cómo lo van a tener?
¿Qué inventaron?
Por ejemplo, nos contaron de la dificultad de colocarse las medias para quien no puede agacharse. ¡Me pasa a mí, no es ninguna noticia! Entonces inventamos un soporte plástico con dos tiras para ayudar a ponerse las medias. Esto, que parece algo pequeño, para quien tiene el problema y -sobre todo- vive solo, es algo muy importante para su autonomía. Otro problema es cómo abrochar los botones de la camisa si uno tiene los dedos rígidos por artrosis o por el paso del tiempo. Creamos -con un palo de escoba y un pedazo de alambre- un pequeño artefacto para simplificar esta tarea. Yo lo uso también, para el primer botón que me cuesta más.
Por tu edad vas probando las cosas...
¡Yo pruebo todo! También inventamos un calzador más largo, para no tener que agacharse a ponerse los zapatos. Estas cuatro cosas nadie las quiere fabricar pero, cuando la gente se entera, las pide. En todos los casos me está pasando lo mismo: identifico el problema, la necesidad, la resuelvo tecnológicamente pero no tengo forma de hacer que lo use la gente que lo precisa. Y el mercado no ayuda ya que, como no es un gran negocio y uno busca que sea barato, no se mete. Así que desarrollamos una idea.
¿Cuál fue esa idea?
Reunimos a cien jubilados -ochenta mujeres más o menos, esa es la proporción- y les enseñamos a fabricar estos cuatro artefactos. La herramienta más compleja que deben utilizar es un cuchillo común, una tijerita y un lápiz. Con todo eso, arman los cuatro dispositivos. ¡No te podés imaginar el entusiasmo de la gente! ¡Hasta una persona nos pidió que hagamos uno para poder subirse la bombacha sin agacharse! (risas). Lo hicimos y yo cada tanto lo uso para subirme los pantalones (risas).
¿Cómo reunís a los jubilados?
Tengo que convencer al centro de jubilados o al PAMI, es predicación y acción. Lo hice en varios lugares y cuando junté muchas fotos y videos de estos talleres me fui al Chaco y allí salió lo más grande. La Dirección de Adultos Mayores reunió 210 personas en Resistencia, todos con disposición de ser capacitadores, con el compromiso de que vayan a sus pueblos y repliquen estos talleres. Hicieron 1500 aparatitos, volvieron a sus pueblos y al poco tiempo recibí un llamado de Chaco: “Rafael esto es un despelote, acá en la provincia no hay lugar donde los viejos no estén haciendo tus aparatos”. Esto sería bueno que suceda en todo el país, aunque es difícil que se logren tomar las decisiones.
¿Te das cuenta que tu tarea trasciende el uso de los inventos?
Totalmente, yo siempre digo que no piensen en los aparatos que yo hago, piensen en la mirada que estoy poniendo para las cosas. Eso es lo importante.
Hacia un nuevo rol de los jubilados
Lo que estás haciendo es muy valioso, ya que la persona puede resolver su problema con sus propias manos... Es que esto me llevó a desarrollar una teoría que llamo “el nuevo rol de los jubilados”. Nada de tercera edad, adulto mayor...
¿De qué se trata?
Hubo un cambio fundamental en la vida, que sucedió tan rápido que la gente no se dio cuenta. En el año 1900 los alemanes inventaron la jubilación, ellos dijeron: “el mayor de 60 tiene debilidad física, psicológica, hay que inventar algo”, y lo hicieron. En esa época la esperanza de vida era de cuarenta años. Ahora está cerca de ochenta.
Entonces, una cosa era ocuparse de los viejos cuando se iban a morir a los dos o tres años de jubilarse -los podés asistir, entretener, que estén sin molestar a la familia- pero ahora no. ¿O alguien me va a entretener a mí durante treinta años? ¿No se dieron cuenta que podemos vivir veinte o treinta años después de jubilarnos?
Es un desafío complejo...
Por un lado, a la gente que está muy pobre hay que trabajar para mejorarle su situación. ¿Pero los que más o menos están bien y llegaron a esta etapa de la vida? En el 1900 Argentina quizás no llegaba a tener cien mil viejos, hoy somos cinco millones de jubilados. Hay que cambiar la concepción.
Dejar de pensar en “cómo lo entretengo, cómo me ocupo del viejo” y pasar al “cómo aprovecho el potencial de esta gente que hizo una experiencia, que antes trabajaba diez horas y ahora está libre. ¿Te imaginás lo que esto significa para la sociedad? Es otro concepto. Pero tenés que hacer cosas para esta gente que trabajó, que quedó dolida porque hacía algo que no le gustaba, que le dijeron que deje de trabajar o que compró esta idea de jubilación. Hay que pensar cosas para el que quiere trabajar, hacer algo y no tiene dónde hacerlo. El terror es la nostalgia, pensar en lo que no fue, en lo que salió mal. Eso te hace sentir mal.
Mencionás al trabajo como un valor positivo...
Yo creo que, una vez jubilado, hay que seguir trabajando. No tenés que tomar el trabajo como la cosa que te da una retribución para vivir sino como una función social. La sociedad existe porque trabajamos. El trabajo genera la relación con la gente, tenés compañeros, amigos, tenés con quien hablar. No es solo la tarea que realizás. Ya se descubrió que el pensamiento actúa sobre el cerebro. Y que si tu pensamiento es de tipo nostálgico, te vas muriendo. Pero si tenés un pensamiento activo -imaginás cosas nuevas, tenés proyectos- eso actúa en el organismo virtuosamente. Y esto es difícil lograrlo solo jugando a las bochas una vez por semana. No podés vivir entreteniéndote, ¿para qué lo hacés? ¿Hasta cuándo querés entretenerte?
¿Cuál es el campo de acción para nosotros, los jubilados? Detectar las miles de necesidades que existen hoy en la sociedad pero ni el Estado ni el mercado las están resolviendo. Así como la sociedad actúa sobre las diferentes etapas de la vida, esta es una nueva, una cuarta etapa. Porque se viven muchos años más. Esto no está pensado por el Estado, ni por la sociedad, el mercado y, mucho menos, por los propios viejos. Por eso tenemos que facilitarle el trabajo al jubilado pero en lo que él quiera y el tiempo que sienta que puede. Y podrían ocuparse de lo que el mercado no se ocupa.
Y vos hacés hincapié en el hacer, no sólo el pensar, el consumir...
Yo me metí bastante en el tema. Los primeros dos años creés que estás medio de vacaciones, después empezás a preguntarte ¿qué hago? Te das cuenta que estás pero que no sos. Y querés hacer algo que tenga sentido, que te guste. Y si te reconocen lo que hacés, más te gusta. Aunque parezca un sueño, creo que si uno empuja en la dirección que quiere, las cosas pueden salir. ¡Tengo 92 pirulos y nadie me tiene que entretener! Se dicen muchas tonterías cuando se le proponen ideas a los viejos, yo por eso sugier que no solo se los entretenga.
Nosotros vemos que se hace mucha generalización sobre esta etapa. Se piensa que los mayores son todos iguales... Y eso no ayuda.
Es un grupo heterogéneo, están los que tienen que resolver problemas básicos de salud, de necesidades no satisfechas. Después hay gente que trabaja porque necesita completar sus ingresos, hay otros que quisieran trabajar pero no saben en qué, cómo, ni lo encuentran. Están quienes, como yo, encontraron el camino. Hay seis o siete grupos, hay que analizar cada franja y ver como cada una puede organizarse para resolver esto, para reinsertarlos en la sociedad, para que transfieran su potencial. Sin organización esto va a seguir así: uno se va entretener, otro se va a morir de nostalgia y algunos sobreviviremos.
Se pensaba que el jubilado se iba a morir pronto. Ahora no se muere nada y el período que vive es tanto como la infancia y la adolescencia. Lo máximo que inventaron ahora es el envejecimiento activo. ¡No! ¡Productivo, con activo no alcanza! Ni siquiera creo que lo deberían llamar envejecimiento, es una vida productiva en una cuarta etapa de la vida. Es un nuevo rol para los jubilados. Yo cumplí 92 años y siento que tengo toda la vida por delante.
Hay que ayudar a que la gente le de un sentido a su vida y eso es simplemente, la posibilidad de hacer algo que te guste y que le sirva al otro.
Otras innovaciones: Encontrando el camino para llegar a la gente
Destacamos dos anécdotas sobre el trabajo que realiza Rafael en el campo de la discapacidad.
- ¿Por qué yo no puedo ir a un cumpleaños con una camisa como la suya? Descubrimos que no hay comercios que vendan ropa adaptable a personas con discapacidad. El problema que encontramos es la dificultad que tienen para ponerse y sacarse las camisas sin ayuda. Con una diseñadora textil del equipo hicimos los moldes con un sistema de velcro o doble solapado. Así, diseñamos pantalones para personas en silla de ruedas, para incontinencia, también dos tipos de camisas. Pero nadie las quería fabricar porque no es negocio. Hasta que encontramos que en Jujuy hay doce escuelas de formación profesional en indumentaria y tejidos. Les envié los moldes y luego viajé. Al llegar, veo los maniquíes con las camisas y los pantalones, ¡no lo podía creer! Ahora lo voy a replicar en todas las provincias que tengan este tipo de escuelas.
- “Lo que estudié sirvió para ayudar a otro”. Me llaman de una escuela para decirnos que precisaban aros magnéticos, algo sencillo y económico que facilita que -quienes utilizan audífono y están en clase- solo escuchen la voz de quien usa micrófono dentro del aula, que puede estar llena de ruidos. Nadie los fabrica en el país, a pesar de que las leyes obligan a su uso. Elaboramos los planos y los enviamos a las escuelas orientadas en electrónica. Hoy tengo anotadas a 200 escuelas en las cuales los chicos aprenden a armar el aro magnético y, al otro día, lo instalan en las escuelas de sordos o hipoacúsicos de su comunidad. En Tafí Viejo lo estábamos probando y vemos a una chica que se le ilumina la cara y, por señas, le dice a su maestra: “estoy escuchando música por primera vez en mi vida”. Lloramos todos pero no terminó ahí, ya que uno de los chicos que hizo el aro me miró y me dijo: “Yo nunca imaginé que tan poquito que sabía podía ayudar tanto a otro”. ¡Eso no lo cambio por ningún viaje!
Actualización octubre 2020

Darle un sentido a la vida de los mayores
Hace casi dos meses falleció Rafael Kohanoff, ingeniero del INTI que dedicó gran parte de su obra al bienestar de los adultos. Compartimos el recuerdo de sus compañeras y presentamos sus últimos proyectos.
Una mañana de verano, hace casi dos años, nos recibió en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Habíamos dado con él por recomendación del equipo de Kinesiología, que lo conoció en un Congreso y nos habló maravillas de su obra y su visión sobre la vida de los adultos mayores.
Amable, generoso y muy jovial, nos invitó a su desordenada oficina donde compartimos una charla inolvidable conociendo sus inventos y su pensamiento sobre el rol activo de los jubilados en la sociedad (ver entrevista completa). Cuando, tras casi dos horas de observarlo ir y venir, nos dijo que tenía más de 90 ¡no lo podíamos creer!
Rafael Kohanoff falleció por COVID-19 el pasado mes de agosto a los 94 años y, conmovidos por la noticia, decidimos contactar a su equipo de trabajo. Buscando palabras de despedida nos volvimos a sorprender y encontramos que dejó grandes proyectos, especialmente pensados para que los adultos mayores transiten acompañados la pandemia y aprendan a manejar las nuevas tecnologías. Los compartimos en esta nota junto con uno de sus últimos escritos.
Lorena Paz: los proyectos Desde Casa y Edad.tech
Socióloga especialista en Tecnologías de la Información y la Comunicación para el desarrollo humano, también forma parte de la comunidad del Italiano. Aquí nos cuenta sobre su trabajo con Rafael y sus últimos proyectos.
“Él siempre decía que la adultez era diversa. Los viejos, como todas las personas del mundo, son muy diversos, parece tonto poner un mote como de adulto mayor o pelear para que no te llamen abuelo. Rafael decía que el adulto mayor es como buscar la humanidad, que no se pierda la humanidad en el momento más débil de la persona”, recuerda.
Acompañar a los mayores y trabajar por su inclusión digital. “Con respecto a adulto mayor trabajamos en un proyecto que se llama Desde Casa (ingresá desde acá), que tiene un montón de visitas. Se construyó en plena pandemia para contribuir con la arquitectura de la información accesible y usable para que rápidamente las personas adultas mayores encontrasen lo que necesiten: llamar a emergencias, comprar, etc. Y vinculado a ese proyecto está Edad.Tech (ingresá desde acá) que es la escuela de educación digital de la adultez diversa.”
“Inolvidable e imprescindible amigo, mentor, colega y ejemplo de vida, Rafa me llamaba a diario con su Muchacha hay que activar. Siempre tenía empuje y se despedía con un ¡Aguante!”
Lo que aprendí principalmente es la capacidad de diálogo. Él justamente la tenía y veía como un defecto de Argentina, la gente habla y no se escucha, no llegan a acuerdos. Aprendí por eso a centrarme en escuchar, a ser más empática. Finalmente esta cosa de no bajar los brazos, a dos días de estar internado que te diga ¿llamaste a tal intendente, la agencia respondió el pedido? Hasta el último momento y con mucha pasión, la pasión por el trabajo, la pasión el hacer, por ayudar, la luz…”
Noelia Rufat: “Un niño en el cuerpo de un adulto mayor”
“Fui asistente personal de Rafael hasta el último día. Trabajar con él fue algo maravilloso, de gran aprendizaje. Nunca se emplazó en el rol de jefe, no daba órdenes ni indicaciones, al contrario, sabía trabajar en paridad, escuchaba, pedía sugerencias con humilde grandeza. Siempre con un futuro inmenso por delante, con una alegría en los quehaceres, una coherencia intachable. Todos los años que estuvo en la política y también en el INTI, supo sostener su dirección, con el foco siempre puesto en el bienestar de la gente y de su amada Argentina”, recuerda.
Hasta el último día para los adultos mayores. “Creó accesorios y dispositivos para que la gente pueda hacerlos en su propia casa y no gastase dinero, para solucionar problemas cotidianos, como abrocharse un botón o el calzador largo para no tener que agacharse, con la mira puesta en facilitar la autonomía de los viejitos, autonomía de la que él en sus jóvenes 94 años, supo gozar. También logró que la gente tenga al alcance las tecnologías necesarias, de forma simple y fácil, lo que aportó inmensamente en los quehaceres cotidianos”. Hemos recibido infinidad de mensajes de la gente agradeciendo estas acciones, mensajes a los que ha dado respuesta uno a uno, personalmente. Para él cada persona debía sentirse escuchada.
Envejecimiento y crecimiento. “En su último escrito señala que cuando una persona se jubila y la sociedad la desvía, pasa a ser un estorbo. Para Rafael, los jubilados (cada vez más y en mejores condiciones de vida) siempre han sido la parte de la sociedad equipada con el potencial para aportar a su avance. Pero la discriminación resalta la dificultad del otro, enterrando las virtudes que éste sector alberga. En éste escrito hace una comparación: “A una persona ciega se la define por su “condición” y no por las posibilidades que tiene con todo lo que ES”, con los jubilados hacemos lo mismo.
“En su último escrito señala que cuando una persona se jubila y la sociedad la desvía, pasa a ser un estorbo. Para Rafael, los jubilados (cada vez más y en mejores condiciones de vida) siempre han sido la parte de la sociedad equipada con el potencial para aportar a su avance.”
Su legado: darle un sentido a la vida de los mayores
Cerramos la nota con una cita del último ensayo de Rafael, reflexionando sobre los desafíos y oportunidades de la vejez.
El tiempo y la libertad recuperada deben permitir momentos de descanso y entretenimiento. Pero no parece posible imaginarse treinta años en esas condiciones ¿Esperando qué? ¿Evitar la sensación inquietante que ronda de sentir que uno está pero que no es? Más lógico es imaginar darle un sentido a la vida de las personas, que preserven su pertenencia e integración en la sociedad y sentir que su historia le permite ser útil al otro, al mismo tiempo que lo aleja de la soledad y la exclusión que lo acecha. Me atrevo a decir que este potencial no ha sido contemplado en su complejidad y dimensión por las autoridades, por la sociedad, por las políticas vigentes, ni aún por las mismas personas en estas condiciones.”
Rafael Kohanoff (1925-2020).