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Estrategias de gamificación para mejorar la adherencia al tratamiento de enfermedades crónicas
El tratamiento de enfermedades crónicas es un problema con un elevado impacto en los sistemas de salud.
La gamificación se refiere a la integración de elementos de diseño de juegos en contextos que no son lúdicos. En esencia, se busca motivar a las personas para que encuentren interés en tareas que de otro modo serían monótonas o repetitivas. Estos elementos, aplicados de manera planificada y selectiva, están diseñados para fomentar cambios positivos en los hábitos de los usuarios. El objetivo es claro: aumentar el compromiso y la motivación hacia la herramienta o actividad en cuestión.
La gamificación se sustenta en la teoría de la autodeterminación, que sugiere que las personas son más propensas a participar en actividades que les ofrecen recompensas, ya sean intrínsecas o extrínsecas. En este contexto, los sistemas gamificados implementan incentivos complejos, utilizando elementos como retroalimentación instantánea, puntos, insignias, tablas de clasificación, misiones, niveles, y contenido desbloqueable. Aunque estas aplicaciones no son juegos en sí, deben evocar la sensación de juego mientras los usuarios avanzan hacia sus objetivos.
La implementación de estas técnicas implica integrar elementos de diseño de juegos en aplicaciones que buscan motivar al usuario para alcanzar metas específicas, más allá del entretenimiento. En el ámbito de la salud, la gamificación tiene diversos propósitos, como ayudar a los pacientes con enfermedades crónicas a gestionar su cuidado, mejorar la adherencia a la medicación, mantener la motivación para la actividad física y la rehabilitación, ofrecer apoyo psicológico en patologías como la ansiedad, y equilibrar la relación médico-paciente hacia un enfoque más colaborativo.
Las enfermedades crónicas no transmisibles, en su mayoría, están asociadas con factores de riesgo conductuales como el tabaquismo, la inactividad física y una dieta poco saludable. Por ello, el manejo de estas enfermedades requiere cada vez más la colaboración activa de los pacientes en su propio cuidado, un proceso conocido como autogestión. La autogestión implica que los pacientes sean capaces de manejar sus síntomas, tratamientos y los cambios en su estilo de vida. Sin embargo, la baja adherencia a la autogestión es un desafío global, manifestado en la falta de seguimiento de la medicación, la insuficiente actividad física, y hábitos alimentarios inadecuados.
Ante este reto, la gamificación emerge como una estrategia prometedora para superar las barreras en la autogestión de pacientes con enfermedades crónicas. Esta técnica puede ser clave para revertir el fracaso en la adherencia a largo plazo, permitiendo a los pacientes mantenerse comprometidos con su cuidado.
En conclusión, la gamificación en salud representa una oportunidad significativa para mejorar la adherencia a los tratamientos crónicos, pero su implementación requiere una planificación cuidadosa. Es fundamental rediseñar las aplicaciones de salud para que promuevan un cuidado holístico, considerando no solo la adherencia al tratamiento, sino también el bienestar físico, emocional y social de los pacientes. Esto implica desarrollar aplicaciones intuitivas, accesibles y adaptadas a las necesidades individuales.
Asimismo, el uso aislado de elementos de juego ha demostrado ser insuficiente para mantener el compromiso a largo plazo. Si bien pueden captar la atención inicial, estos elementos deben formar parte de un diseño coherente que incluya estrategias personalizadas y un enfoque centrado en el paciente. Un diseño cohesivo, que combine estos elementos con seguimiento continuo, retroalimentación personalizada y apoyo comunitario, es esencial para lograr un cambio duradero en los hábitos de los pacientes.
Aunque el panorama es prometedor, es necesario realizar más estudios que avalen la eficacia a largo plazo de la gamificación en el seguimiento de pacientes con enfermedades crónicas. La investigación actual, aunque alentadora, no proporciona suficiente evidencia empírica para confirmar el impacto de estas estrategias en la calidad de vida de los pacientes. Por lo tanto, es crucial continuar explorando y optimizando estas intervenciones para comprender mejor su potencial real.
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