Mariata la payasa: “Cada familia tiene su ser alegre”
Acompaña a chicos y grandes en su estadía en el Hospital. Mediante su personaje, nos hace reflexionar acerca del humor, los sentidos y las emociones.
Junto con los médicos y las enfermeras del Dpto. de Pediatría y a través de FUNI, Mariana Ramos, Mariata, acompaña a chicos y grandes en su estadía en el Hospital. En una cálida entrevista con Aprender Salud, nos contó sobre su trabajo cotidiano...
Pasan muchas cosas cuando uno comparte. Lo que intento es recuperar parte de la vida cotidiana de las personas. Cada familia tiene ese “ser alegre”. Cuando un niño está internado pierde su rutina diaria y lo primero que se va es el humor, también sus familiares adultos lo pierden. Recuperar eso, que el niño pueda reírse, es muy fuerte. Entonces, <otro color>cuando entro a una habitación, pasan muchas cosas y si veo que la mamá se relaja porque su hijo se ríe, es fantástico. Al Hospital viene mucha gente del interior, con sus costumbres, y se da una relación muy especial. Rescatar, apreciar ese humor propio es interesante. Eso sí, siempre veo si hay lugar.
¿Cómo reconocés que hay “permiso” para el humor?
-¡Porque tengo la nariz de payasa! (exclama). Voy probando... La nariz es como el pico de los pájaros, va apuntando, mira, va, viene y espera el momento. No entro yo, entra la música, entra el sombrero, la nariz, los colores de mi atuendo...La música y el gesto se van acompañando, se van sucediendo. El clown no trabaja solo, lo que digo o lo que expreso cobra sentido en la reacción con el otro. Se trabaja con el aquí y ahora de la persona que está enfrente. Si se ríe o no, si se queda mudo o está inquieto... Por suerte toco el acordeón, que me permite abrir otro canal...
La música es otro canal ¿no?
-La música es el canal (enfatiza). Es como un duende que abre puertas, las del pasillo y las del alma. Un idioma precioso que permite comunicarse directamente con la emoción, la historia personal, las raíces. Y a veces basta una sola nota, una vibración grave...
En la vida también es un bálsamo.
Es agradable llevar la música a los hospitales, toma un valor que trasciende el que ya tiene. Muchas veces no puedo entrar a una habitación, pero hago una serenata de lejos con mi acordeón que, me imagino, es una orquesta.
Introducir el humor no parece tarea sencilla ¿cuesta encontrar la manera?
-Cuesta pero la gente está muy agradecida. El sólo hecho de estar presente es recordado y valorado por el otro. La figura del clown es una metáfora, además, que cada uno interpreta como quiere. ¿Qué pasa? ¿Cómo reacciona el otro al verme? El clown actúa sobre esa reacción. Algunas abuelas, apenas me ven, me agarran fuerte y me llevan a la habitación de su nieto. Algunas madres lloran. Otros son tímidos y el acercamiento es más lento, mucho más cuidadoso. Hay veces en las que no se crea el espacio para el humor...
“La ternura, la escucha, son muy importantes. Hay momentos catárticos además, por supuesto.”
Para los familiares también es simbólico que aparezca un clown en el pasillo. Hay permiso para relajarse y reírse. Hacer música por el pasillo genera desconcierto, la gente sale a ver quién está cambiando el clima y después se acercan. Los chicos que pueden salen a jugar, otros contemplan el jugar del otro. Cuando los chicos logran jugar como lo hacen en sus casas, en ese momento, recuperan su estado natural, su emoción infantil.
El cuerpo tiene una dimensión muy importante...
-Importantísima. En un pueblito de Senegal, en África, yo solamente tocaba la flauta y, de repente, un nene me hacía cosquillas en el dedo del pie ¡que era blanco! O me tocaban el cabello y la cara algunas mujeres, ya que querían experimentar esa diferencia. ¿Perdimos ese contacto tan primitivo? No, yo creo que también es poético, nos podemos comunicar también así. Y de esa observación y ese dejarse observar, yo aprendí como ser humano. Como persona aprendí, también, a dejarme llevar: los chicos te llevan, te abrazan...Permitir que el otro también entre, sin prejuicios, sin violencia. El lenguaje no verbal es muy importante, pasa algo mágico y extraordinario. Comunicarse a través de este es muy placentero y hasta puede ser divertido...
Para terminar, ¿te animás a describirnos varias risas?
-¡Uh, hay tantas! Está la risa seca, la carcajada que sale en lugar del llanto. La risa tímida, que es más para adentro y casi no tiene dientes. Está la risa tonta, tontolona, que tira la lengua para afuera. Después está la risa cómplice, que guiña el ojo. La risa contagiosa, que es bien sonora y tiene que ver con el cuerpo, que se inunda de ella. La risa saltada que te hace saltar cuando te reís. Y hacerse pis de la risa también, porqué no...
“Primero hay que trabajar mucho...”
Mariana literalmente recorrió el mundo trabajando con el humor y el arte en la salud. Además de su trabajo en el Hospital, al que la convocó el Departamento de Pediatría, forma parte del staff de (Hunter) Patch Adams, el famoso médico estadounidense que introdujo al humor en el ámbito de la salud y es director del Gesundheit Institute. Pero mejor que lo cuente ella:
- Todo fue un devenir. Yo tocaba el violín y luego empecé como clown en Italia, allá por 1993. Hacía teatro en la calle con magos, payasos y malabaristas, aprendí mucho del arte en la calle, y eso me llevó a trabajar en espacios de inserción social en barrios periféricos. En 1995 comencé a viajar como voluntaria con una amiga. Fuimos a Brasil y a Senegal, donde comencé a estar más cerca de la medicina, haciendo salud desde el teatro, desde la cultura, en un proyecto de prevención contra la malaria.
- Conocí a Patch Adams en el año 2002, en Afganistán, invitada por Ginevra Sanguigno, gran amiga y directora de la asociación Clown One Italia. Este viaje lo organizó el Gobierno de Roma como ayuda humanitaria tras la guerra. Estuvimos 42 días en Kabul, los valles del Panshir y en la ciudad de Bamyan, trabajando en hospitales. Fue la experiencia más impactante de mi vida porque el contraste cultural era enorme. Estábamos todo el día vestidos de payasos -desde la mañana- y las reacciones en la calle eran impresionantes ¡28 payasos éramos! Ahí uno se va dando cuenta de lo que es el respeto por la cultura del otro, el no ofender, cómo no invadir...
- Así comencé a formar parte de su staff. Estuvimos, luego, en Israel y Palestina, creando un puente de dialogo entre médicos de ambos países. Después fuimos a Sudáfrica, Camboya, China, Tibet, Rumania. Japón, Nepal y Rusia, visitando hospitales, manicomios, cárceles y orfanatos, llevando el lenguaje del clown como mensajero de paz .
Patch no solamente es un payaso que hace reír a la gente, en Estados Unidos trabajó mucho en contra de la guerra. Él dice que el humor sacado de contexto es sólo una simple diversión, que no tiene peso. Eso es interesante de pensar.
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El clown en el hospital. Una sonrisa el fin de semana es un libro que describe la experiencia de la tarea del clown en la sala de Pediatría del Hospital Italiano de Buenos Aires. Es una experiencia más, como tantas otras que suceden los fines de semana y por las tardes en muchas instituciones dedicadas a la salud. Podés adquirirlo haciendo clic en la portada.

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Publicado en la revista Aprender Salud - Diciembre 2011