Aprender Salud
El control periódico en niños y niñas
La consulta pediátrica ha ido evolucionando. Además de ocuparse de la salud niño/a, es un espacio de confianza pensado para los padres y madres.
La gente nota que están cambiando los consejos de los pediatras. Por ejemplo, la introducción de las comida, algo que los papás ven en comparación con hijos mayores. Las abuelas a veces preguntan: “¿Por qué comienzan a comer más tarde?” Las cosas van cambiando: las comidas, las vacunas, la organización del tiempo libre de los niños, etc.
El control en salud del niño sano está aceptado socialmente, es esperado y valorado por los padres. Lo que se ha tratado últimamente es de organizar mejor el espacio de la consulta, que obviamente es poco, basándolo principalmente en las preocupaciones que tienen los papás o el niño, dependiendo de la edad que tenga.
La consulta. La rutina del control periódico atiende a numerosos temas:
- El calendario de vacunación es el más conocido, siempre se trata durante los controles.
- Recomendaciones de prevención de accidentes y guías de anticipación (qué se espera que realice el niño en los próximos meses).
- El crecimiento físico (peso, altura, los percentiles).
- El desarrollo, que tiene que ver con la maduración, neurológica, psicológica y social (las capacidades del lenguaje y comunicación, por ejemplo). Sobre esto se ha avanzado mucho, hay determinadas pautas que los chicos tienen que ir adquiriendo en ciertas edades. Estamos tratando que los padres participen mucho más desde sus hogares para detectar problemas tempranamente.
Como usted sabe, los ejes temáticos y la frecuencia de los controles periódicos en chicos sanos varían con la edad.
Los controles de rutina hasta los dos años
Durante el primer mes de vida se realizan dos o tres controles en Neonatología. Luego, en Pediatría a los 2 meses, 4 meses, 6 meses, 9 meses, 12 meses (1 año), 15 meses, 18 meses y 24 meses (2 años). A partir de los 2 años de edad, cada seis meses o cada año, según el caso.
En los dos primeros años se hacen controles más seguidos porque los chicos cambian mucho, es el período donde más crecen y más se desarrollan. Otro aspecto que es fundamental atender es el vínculo entre los niños y sus padres.
Por lo menos esos controles son los que los papás tienen que saber que el bebé necesita. ¿Por qué? Por que deben recibir vacunas y porque en todos los controles, a través de algunas preguntas, se evalúa la maduración del niño. Además, se controla el tema de la alimentación, los hábitos (el sueño, el control de esfínteres), lo relacionado con el lenguaje y la comunicación, la socialización y el juego. Esto no quiere decir que si un niño se tiene que controlar más seguido no lo haga.
Un espacio de contención para las madres. En los primeros meses de vida, la mamá tiene un espacio de contención en la consulta pediátrica especialmente dedicado para ella, algo que es muy bien recibido. En este sentido, se incorporó al control de salud la pesquisa de "bajones anímicos" después del nacimiento (como la depresión postparto). Detectarlo precozmente y hacer la consulta adecuada mejora el vínculo con el bebé.
A partir de los tres años. Por lo menos una vez al año, a partir de esta edad, es importante que los chicos tengan una consulta de control. Si bien se sigue viendo el crecimiento y se continúa con el calendario de vacunas (ahora la vacuna de los 16 años pasó a los 11, por ejemplo), se presta más atención a lo referente a la adaptación y al rendimiento en la escuela, su socialización con pares y amigos. El pediatra, a partir de esta edad, va a comenzar a hablarle cada vez más a los chicos, no sólo a los padres. No se deja de ver el contexto en el que crece el chico, siempre se presta atención al vínculo entre el niño y sus cuidadores.
La adolescencia. Esta etapa significa otro gran cambio, el eje de la consulta va a estar centrado en el adolescente, un espacio de ésta será destinado exclusivamente para él/ella. Se establece un contrato de confidencialidad, no se les cuenta a los padres lo que se charla, salvo que sea muy necesario. El médico intentará que los adolescentes vayan adquiriendo autonomía, haciéndose cargo, de a poco, del cuidado de su propia salud.
Después de la adolescencia y hasta los 40, viene otro período ya de poco, muy poco, control de la salud, pero ese ya es otro tema.
Conformando un buen equipo. Construir un vínculo fuerte, sólido, con confianza mutua, favorece el cuidado de la salud del niño. Esta alianza de trabajo, el conocerse, permite que ante algún problema particular de salud (que suele no ser grave) el diagnóstico y los tratamientos puedan ser mejores.
Como sucede con el médico de cabecera, no todos los pediatras “servimos” para todos los papás ni todos ellos se sienten cómodos con el mismo profesional. Ahí es muy importante que los cuidadores del niño se sientan tranquilos, confíen en el médico de cabecera. Y que también tengan la libertad de poder cambiar de pediatra si es que no se sienten a gusto.
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