Aprender Salud
¿Cómo cuidar las rodillas? Informe Especial
Ya que es muy propensa a lesionarse, ¿cómo protegerla? ¿Cómo disminuir el dolor en las actividades cotidianas?
Lesiones deportivas, sobrepeso, artrosis, caídas... Un gran número de problemas frecuentes giran en torno o están relacionados a las rodillas, una articulación de carga, que es clave en el movimiento del cuerpo, tanto en las acciones cotidianas como en la práctica deportiva a cualquier edad. Es por eso que decidimos acercarnos al Servicio de Kinesiología para conocer mejor cómo se trabaja para prevenir lesiones, evitar limitaciones funcionales y atenuar los dolores en cada etapa de la vida.
La rodilla, según pasan los años
Los problemas que pueden afectar a esta articulación van cambiando con el paso del tiempo. Desde la juventud, cuando se practica mucho deporte sin considerar demasiado las posibles lesiones, pasando por la edad media y hasta la adultez, momento en aparecen afecciones crónicas, limitaciones y dolor. Mercedes Pozzo, Sub Jefa del Servicio, resume las dudas frecuentes según cada etapa.
Elongar, ¿no existe antes de los 30? La importancia de preparar los músculos antes de hacer ejercicio y elongar luego de finalizada la actividad es algo que muchas veces no se enseña a los chicos pero vale para todas las edades y, de no incorporar el hábito, puede tener consecuencias con el paso de los años (alteraciones posturales, grupos musculares acortados, etc.).
Impactos cotidianos en la rodilla ¿cómo minimizarlos? Es de ayuda que el calzado tenga buena contención y amortiguación o cámara de aire, para que absorba el impacto de los movimientos. También, si el médico indica plantillas, estas podrán corregir la pisada. Es aconsejable evitar plataformas altas, sandalias y zapatillas urbanas.
La rodilla sufre las consecuencias de, por ejemplo, un mal funcionamiento de la cadera o del pie. Recibe esas alteraciones y es más propensa a lesionarse.
La artrosis, muy frecuente después de los 60. Está presente -en diferentes grados- en muchos pacientes de edad media. Se trata de un proceso natural, degenerativo, de las articulaciones. Son esas rodillas que hacen mucho ruido cuando se mueven, “crepitan” y causan dolor y limitación. Se caracterizan por deterioro del cartílago articular, que suele estar acompañado de degeneración y/o ruptura de meniscos.
¿Me opero o no me opero? Edad, perfil del paciente (actividades que realiza, estado físico, etc.), grado de la lesión y deterioro funcional serán variables a considerar con el médico a la hora de decidir sobre un tratamiento quirúrgico. Es una decisión compleja y personal. Además, quienes opten por un tratamiento quirúrgico, sería aconsejable que realicen un entrenamiento previo.
“Es importante mencionar el concepto de cadenas musculares para entender que los músculos actúan relacionados entre sí, por lo que una disfunción en un grupo afectará el trabajo del resto”
Los que no opten por una cirugía de prótesis de rodilla. Deberán trabajar elongaciones de cadenas musculares, fortalecimiento y ejercicios de flexibilidad y propiocepción (como preventivo de caídas). También entrenamiento aeróbico (bicicleta y natación) apuntando a que, tras pasar por las sesiones, se reintegren a una actividad física. “Todo esto genera bienestar, el paciente mejora su calidad de vida pero la patología no se revierte, ya que es es un proceso natural, degenerativo de las articulaciones”, señala.
Para jóvenes y adultos: 5 conceptos de importancia
1. Elongación. Imprescindible a la hora de hacer ejercicio, antes y después. “Muchas personas practican deporte con las cadenas musculares acortadas, lo que genera que las líneas de fuerza trabajen diferente. Esto puede ocasionar dolor en las partes blandas o desgarros, más si tienen alguna lesión o disbalance muscular previo”, explica.
2. Sumar capacidad aeróbica. Es uno de los objetivos más difíciles de lograr, a todos nos cuesta hacer ejercicio aunque conocemos sus beneficios: “Una actividad grupal genera vínculo, obliga a cumplir un horario, que te esperen. Y funciona mejor que salir a caminar solo, por ejemplo”.
3. Mejorar la propiocepción. Es clave generar una conciencia de la posición del cuerpo en el espacio y patrones de movimiento correctos, primero aprendidos a través de ejercicios para que luego sean algo automático: “Se logra trabajando sobre planos inestables, parado en un solo pie, frente a espejos...”
4. Fortalecimiento muscular. La rodilla está rodeada músculos tendones, ligamentos y fascias, además contiene en su interior meniscos y cartílago. Estas y otras partes sufren el desgaste del paso de los años, los traumatismos, las lesiones deportivas... “En esos casos, el fortalecimiento de los músculos será imprescindible para ayudar a compensar esta situación y atenuar el dolor”.
5. Flexibilidad. La liberación y flexibilidad de la articulación a través de ejercicios de movilidad articular y de elongación de cadenas es parte central en el tratamiento de quienes tengan limitaciones de movimiento, algo muy frecuente en adultos mayores.
Activando el CORE y entrenando el cerebro: Ejercicios para proteger las rodillas
Los kinesiólogos explican y muestran -en fotos y videos- dos conceptos que, bien entrenados, permitirán realizar movimientos funcionales seguros, protegiendo las articulaciones, tanto en la práctica deportiva como en la vida diaria.
El llamado “centro” o “CORE stability”. Para comprender este concepto podemos imaginarnos que, al realizar los movimientos que requiere cualquier deporte o la actividad diaria, una fuerza nace en el centro de nuestro cuerpo y se distribuye hacia las extremidades, generando un trabajo muscular en cadena. El entrenamiento del CORE hará posible una coordinación precisa, una sinergia, entre los grupos musculares y las órdenes enviadas por el sistema nervioso central.
Un ejemplo simple para comprobarlo. Realice el mismo ejercicio (por ejemplo, estando de pie, flexione levemente las rodillas haciendo un ejercicio de cuclillas media), primero con contracción de los abdominales y luego sin tensión. Podrá experimentar cuánto más livianas se encuentran las rodillas si los abdominales están en contracción, ya que el centro o CORE absorbe gran parte de las líneas de fuerza que, en otras circunstancias, recaerían sobre las articulaciones de los miembros inferiores (cadera, rodilla, tobillo).
El cerebro entrenado, un complemento imprescindible. “Hay evidencia comprobada: la estabilidad central reduce el estrés de carga en los miembros inferiores. De esto surge una pregunta ¿basta sólo con entrenar a los músculos? En mi opinión, fundamentada con publicaciones, la respuesta es que no, también debemos entrenar al cerebro. Y así lograr una adecuada coordinación neuromuscular”, explica Mercedes Pozzo.
“Con este fin educamos a los pacientes que estamos rehabilitando, los entrenamos frente a espejos para que obtengan un feedback visual de su actividad, observen el movimiento adecuado. Además, utilizamos superficies inestables que generan una demanda de los músculos del tronco como estabilizadores y que, a su vez, se retroalimenta permitiendo mejores respuestas de equilibrio”, completa.
La clave está en entrenar conscientemente esos patrones de movimiento, que por situaciones hereditarias, evolutivas u otras se fueron alterando.
En la práctica deportiva
Evitando el derrumbe en valgo
Existe una cierta posición de la rodilla que nunca debe adoptar el deportista al caer después de un salto. La posición a evitar es el llamado “derrumbe en valgo”, cuando las rodillas caen hacia adentro (ver imagen), ya que es un factor que predispone a la ruptura de ligamento cruzado anterior, también al dolor lumbar y otras lesiones.
Esto se previene a través del entrenamiento de estos conceptos aquí desarrollados, que buscarán generar una conciencia de posición del cuerpo en el espacio, primero aprendida a través de ejercicios para que luego sea inconsciente, automático. Y se enseña qué grupos musculares deben fortalecerse y mantener en contracción durante el movimiento.
“En el Servicio se trabaja mucho la educación pero con pacientes que ya se lesionaron. Por eso la importancia de llevar este mensaje a quienes están sanos”, concluye.
Los pacientes escriben
La historia de mi rodilla
Por Juan Carlos Estanga, socio Plan de Salud 288294.
Tengo 81 años y mi experiencia personal con esta articulación comenzó con una lesión a los 19, a la cual no le di mayor importancia. A los 22 comencé con problemas de peso que me llevaron durante casi 50 años a oscilar entre subidas y bajadas. A los 63 años, luego de muchos esfuerzos sin un control adecuado, tuve una recaída en mi rodilla izquierda.
¿Qué tratamientos que considero exitosos? Fueron dos, ante todo, el control del peso que realicé en el ex grupo PROSAHI (hoy Bajando de Peso) y, además, la práctica de gimnasia localizada consistente en el fortalecimiento de la musculatura vinculada a la rodilla. También llevo 13 años utilizando zapatillas muy amortiguadas y con plantilla.
Viví fuertes recaídas al aumentar de peso y/o disminuir la gimnasia. Incluso en esos años, me sugirieron tratamientos médicos divergentes: mientras uno me indicó reemplazo de rodilla, otro me recomendó bajar nuevamente de peso y mejorar la musculatura, controlando la masa muscular. Recuerdo bien su frase “cuide su rodilla, que no tiene reemplazo”.
Hace poco, estando en mi peso, al cargar 5 kg. -a los 900 metros de caminar despacio- la rodilla avisó. ¡Pienso en el efecto de haber acarreado entre 5 y 20 kg. de sobrepeso durante la mayor parte de mi vida!
Hoy estoy convencido que, si no hubiese bajado de peso, estaría casi inmóvil. Hace poco, habiendo aumentado el peso y disminuido la gimnasia, no podía caminar una cuadra. Con reducción de peso y 2,5 horas diarias de gimnasia, puedo caminar sin problemas 6 km. Esa es mi experiencia.
-
Aprender Salud, contenidos educativos del Hospital Italiano para la comunidad.