
¿Cómo puede transformar el sistema de salud una tecnología nacida para las criptomonedas? ¿Qué rol pueden jugar los hospitales, las universidades y los pacientes en este nuevo modelo de gobernanza digital? Exploramos las oportunidades y desafíos del uso de blockchain en salud junto a Guido Zatloukal, presidente de la Fundación Blockchain Argentina.
En Nea So Copros, una de las múltiples líneas temporales propuestas en la película Cloud Atlas (2012, dir. Tykwer y las hermanas Wachowski), en una Corea del siglo XXII, el clon Sonmi-451 asevera que “no hay un solo centro del universo. Cada uno de nosotros es un centro del universo”. No hace falta viajar hacia un futuro tan lejano para encontrar una metáfora sobre el funcionamiento de blockchain, ya en la Antigua Grecia el filósofo Plotino dictaminaba que: “El todo se encuentra en cada una de las partes”.
Blockchain es una tecnología de registro distribuido que almacena datos en bloques enlazados de forma cronológica e inmutable. ¿Qué significa esto? Que cada bloque contiene información validada por consenso entre los participantes de la red, lo que elimina la necesidad de intermediarios. La ventaja del almacenamiento de los datos en múltiples computadoras es la garantía de su seguridad, transparencia, imposibilidad de alteración y disponibilidad, favoreciendo a los modelos denominados como de "gobernanza de datos".
Aunque el concepto se popularizó en 2009 luego de la creación de Bitcoin por Satoshi Nakamoto, sus fundamentos se remontan a investigaciones de las décadas de 1980 y 1990 sobre cadenas de bloques seguras y firmas digitales. Desde entonces, se ha evolucionado: en la actualidad, esta estructura descentralizada ha sido ampliamente adoptada en el sector financiero. A nivel local, según la consultora Chainalysis, Argentina lidera el valor recibido en criptomonedas en Latinoamérica, por sobre países como Brasil y México. Esto se debe al alto nivel educativo de la región, que permite el desarrollo de soluciones locales y a una comunidad activa conformada por 2,5 millones de usuarios mensuales; hoy en día el número de billeteras virtuales de nuestro país supera a la cantidad de cuentas comitentes. Las razones de la existencia de un número tan alto son múltiples: muchos encuentran en las stablecoins (criptomonedas cuyo valor se encuentra atada al dólar estadounidense) una alternativa a la inflación, y otros una forma de dolarizarse evitando el cepo cambiario.
Además del sistema financiero, blockchain está ganando terreno en otras industrias, incluida la salud. De acuerdo con un informe del Grand View Research, su implementación en el sector sanitario cuenta con un pronóstico muy provechoso, cuyo mercado estimado es de USD 7.04 mil millones en 2023 y tiene una proyección de crecimiento anual del 63.3% hasta 2030. Algunas de las aplicaciones destacadas en este ámbito incluyen la gestión de registros médicos electrónicos, el seguimiento de la cadena de suministro de fármacos, la gestión transparente de ensayos clínicos y consentimientos informados, y la automatización de procesos de facturación.
Para conversar sobre el presente y futuro de esta tecnología, entrevistamos a Guido Zatloukal, presidente de la Fundación Blockchain.
Argentina tiene una comunidad activa respecto a las criptomonedas. ¿Cómo podemos aprovechar ese ecosistema para innovar en salud digital?
Aunque la mayoría de los usuarios utiliza blockchain para transacciones financieras, muchos acceden a productos secundarios que se pueden utilizar en salud, logística, agro y otros sectores.
Nuestro país, además de ser el que más criptomonedas usa de toda Latinoamérica, también lidera el desarrollo. Muchas empresas del sector nacieron en Argentina, con talento local que luego exporta su conocimiento al mundo.
Esto genera un match ideal: volumen de usuarios, un buen lugar para hacer pruebas de concepto y un Estado que cumple con regulaciones internacionales. Es un modelo de mercado dinámico, ideal para innovar. Si sumamos las ganas de crear, como ya ocurrió en otras industrias, podemos elaborar soluciones que luego se exporten. En el agro argentino, por ejemplo, hay tecnología que compite globalmente y eso también puede pasar con la salud.
¿Hay casos concretos de aplicación en el sector salud?
El ejemplo más desarrollado es el de Estonia, que en 2010 inició un proceso de digitalización gubernamental. Hoy sus registros están basados en blockchain, incluidos los médicos.
También hay un grupo de anestesistas y desarrolladores que crearon una prueba de concepto para usarla en salud, en su rubro específico.
El sistema permite trazar medicamentos controlados, como el fentanilo. La idea es que, a través de una firma digital alojada en una pulsera, cada administración del fármaco quede registrada. Luego esa trazabilidad es utilizada dentro de un sistema de scoring aplicable en seguros por mala praxis, beneficiando al personal con un historial transparente.
¿Cómo puede mejorar la interoperabilidad entre hospitales, laboratorios, obras sociales y organismos de control en Argentina?
Es un sistema descentralizado de registro de información, lo que le permite garantizar inmutabilidad: al estar copiado en múltiples nodos, si alguien intenta modificarlo, el sistema lo detecta.
Si todos los actores del sistema de salud (hospitales, obras sociales, laboratorios) operan sobre una misma cadena, los registros quedarían inmutables y accesibles por todos en simultáneo. Esto permitiría, por ejemplo, que un estudio médico registrado con un hash criptográfico no necesite repetirse: otro prestador podría consultarlo, con garantía de autenticidad.
Esto reduciría costos y mejoraría la seguridad. Hoy, muchas empresas son reticentes a compartir datos por razones de confidencialidad; este nuevo método permite compartir solo la información necesaria. El paciente decide qué dato compartir y a quién. Esto refuerza la idea de soberanía del individuo sobre sus datos: es el usuario quien guarda su información en una wallet criptográfica, que tiene una llave de acceso para realizar acciones con ellos y le brinda la potestad de habilitar o denegar a quien compartirlos, escribir sobre ellos, entre otras funciones.
¿Cómo se garantiza el anonimato y la privacidad?
Con tecnologías como los contratos inteligentes y el zero knowledge, que permiten verificar una condición sin revelar toda la información. Por ejemplo, si tenés que demostrar que sos mayor de 21 años, el sistema solo responde “sí” o “no” sin mostrar tu fecha de nacimiento ni otros datos personales.
Esto se puede escalar. Siempre garantizando la seguridad y privacidad del paciente, respetando normativas locales.
Es importante aclarar que, si bien la información cargada en blockchain es inmutable, eso no garantiza que lo que se vuelca sea verdadero. Si es erróneo, se puede superponer el dato original con un nuevo registro que lo corrija.
¿Qué rol deberían tener los hospitales y universidades en su implementación?
Muchas herramientas nacen en la academia como prueba de concepto y luego crecen en el mercado, por eso los hospitales universitarios como el Italiano y otras instituciones académicas tienen un rol fundamental. A la investigación y desarrollo científico se le debe sumar un marco legislativo para que se pueda escalar al sector privado.
Con Blockchain, la propuesta radica en devolver el control a las personas, descentralizar la autoridad y distribuir la confianza. En salud, esto se traduciría en pacientes soberanos de sus datos, profesionales que acceden a información segura y sistemas que pueden colaborar sin perder autonomía. Lejos de ser solo una promesa técnica, nos invita a repensar cómo se construye el valor en red, desde cada nodo, cada parte. Hoy, las ideas del clon Sonmi-451 y de la Antigua Grecia, que parecían ser pura filosofía, empiezan a cobrar forma en nuestro presente.