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Medicina en imágenes

  • 2005 | marzo
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    • Alberto Durero

      Imagen: Alberto Durero. Melencolia I (1514). Grabado sobre cobre: 240 x 188 mm.

    • En el contexto de la filosofía hermética, astrología y alquimia guardan una relación recíproca. Los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra forman las distinciones fundamentales de la materia en el mundo sensible, según el grado en que están presentes. Los planetas, de acuerdo con sus posiciones recíprocas, regulan las diversas actividades del espíritu que desciende del cielo a la tierra. Los metales, por su parte, representan los primeros productos de la materia elemental madurados por el espíritu en el seno de la tierra.

      En relación a la salud, los cuatro elementos estaban presentes en los humores. Cada individuo tenía una complexión o temperamento, producto de una combinación de cualidades única y que variaba según la edad y el sexo. Los humores eran esenciales y manifestaban características distintivas propias: según la predominancia de uno u otro podía determinarse el carácter mental o físico de una persona, por ejemplo el malhumor se atribuía a la bilis negra que, vinculada con el bazo, determinaba un carácter melancólico (malhumorado). La sangre era el humor más “noble”, la esencia de la vida.

      Marsilio Ficino, el fundador de la Acdemia platónica de Florencia, compuso en 1489 un tratado en el cual describe el régimen de salud y expone preceptos para prolongar la vida. El tratado termina ocupándose de la influencia de los astros sobre la vida humana, si bien Ficino mantiene una actitud ambigua, impuesta por la época, que lo hace vacilar entre la astrología y la obediencia a la Iglesia que prohibía estas prácticas.

      La concepción hermética del tiempo circular llevó al corazón de la cultura alquímica la idea de una estructura cíclica del cosmos y de la existencia en la que el hombre estaba directamente comprometido. El alquimista es una persona “melancólica” que se esfuerza por convertirse en un “liberado en vida”, que intenta franquear la tiranía del tiempo y del mundo finito para situarse frente al infinito eterno y alcanzar la paz.

      Numerosas representaciones de la melancolía en el Renacimiento se basan en el simbolismo y las representaciones alquímicas. A la izquierda, junto al ángel negro, el crisol llameante, la perra de Armenia, la escala de los sabios, la piedra biselada, la lámpara de petróleo, el cuadrado de Júpiter, la clepsidra que representa alegóricamente el tiempo, la rueda de fuego, la balanza que simboliza los pesos, el compás que simboliza la medida, y la esfera, los instrumentos de la Pasión y las llaves de la sabiduría: los objetos simbólicos más preciosos para los alquimistas de todos los tiempos.

      Es muy probable que Durero esté vinculado con la tradición astrológica y humoral de la Edad Media. Revelador de esto es por ejemplo, el significado de la escarcela y el manojo de llaves que penden del cinturón de Melancolía: “la llave denota poder, la escarcela riquezas”. Dos elementos esenciales del carácter tradicional que, para Durero y sus contemporáneos era típico tanto del hombre melancólico como del saturnino. En las descripciones medievales el melancólico aparecía siempre como avariento y tacaño, por ende, implícitamente rico. El poder, asomado en la “propiedad” (las llaves), es un mero añadido a las riquezas y ambas carácterísticas estaban expresamente unidas en las descripciones tradicionales de Saturno y sus hijos. El Kronos-Saturno mitológico sumaba a estos atributos el de distribuidor y custodio de la riqueza. En la Antigüedad era el el guardián del tesoro y el inventor de la acuñación de moneda, el autor de la prosperidad. Se lo veneraba como gobernante y rey, se le temía y honraba como el “más poderoso”. Luego, como sucede en la astrología, todas esas propiedades se transfirieron a los sujetos a su dominio.

      Ciertamente, Durero compartía las ideas de su tiempo acerca de la influencia de los planetas y de los temperamentos. Pero en sus escritos no hay rastros de demonología ni de cabalística. Más bien, una búsqueda contínua de la precisión de los números y de las medidas aplicadas al procedimiento artístico.

      Como expresan Klibansky y colaboradores, sería legítimo pensar que Durero, consciente de la distancia que separa la concepción de la producción quiso mostrar, en un grabado repleto de símbolos de un mundo pagano, la impotendia final del artista que dispone de todos los instrumentos y conoce las fuerzas naturales de Saturno y de la magia astral pero está privado del auxilio de Dios.

      Bibliografía

      Aromatico, Andrea. Alquimia: un secreto entre la ciencia y la filosofía. Barcelona: Ediciones B, 1997.


      Babini, José. Historia de la medicina. 2ª ed. Barcelona: Gedisa, 1985.

       

      Klibansky, Raymond; Panofsky, Erwin; Saxl, Fritz. Saturno y la melancolía: estudios de historia de la filosofía de la naturaleza, la religión y el arte. Madrid: Alianza, 1991. (Alianza Forma; 100).

       

      En la Web

       

      Albrecht Dürer
      http://www.geocities.com/eleonoreweil/durerus/

      [Consulta: 24/02/05]

       

      Gerardo Herreros. El sitio de la melancolía.

      http://herreros.com.ar/melanco/durero.htm

      [Consulta: 24/02/05]